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De paisaje a paisaje

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De paisaje a paisaje / Gris García.

Con este segundo proyecto expositivo de la artista mexicana Gris García, y por medio de una cartografía del plano montañoso del estado de Nuevo León, toma como referente el trabajo pictórico de su abuelo Laureano García, quien por más de 60 años ha pintado las montañas de México, específicamente el cerro La Silla ubicado a los pies de la ciudad de Monterrey.

Si para Paul Cézanne lo fue el Monte Santa Victoria, para Laureano García es la memoria de cuando llegó a esa ciudad por primera vez, en que aún no estaban las cantidades de colonias y edificios que hoy están. Su obsesión taxonómica para repetir y clasificar los elementos que componen sus paisajes además de la intención de trabajar con la naturaleza.

Sus pinturas de paisajes en que casi nunca está la presencia del hombre, el trabajo en miniatura y el pequeño formato establecen las directrices de su obra, y hoy nos conecta con esa definición y concepción que tenemos con el paisaje. Por medio de retablos, tarjetas postales o cáscaras de pistacho Laureano ha establecido su propia pinacoteca personal en estos distintos soportes.

Lo que Gris García nos presenta es un diálogo desde un contexto distinto como lo es Barcelona, el aprendizaje desde su abuelo y el referente más cercano de su propia montaña, que para Gris es el Tibidabo, y el intento de volver a pintar y repetir aquella observación cuidadosa de su montaña más cercana. Además selecciona uno de los soportes, en este caso la cáscara del pistacho (pistacia vera), la cual modifica en el acto de abrir, comer y tirar al piso, como un desperdicio posible en el acto de dibujar.

La correspondencia visual entre Laureano y Gris, plantean un volver al ejercicio pictórico. El pie forzado de exponer y presentar un proyecto en cáscaras de pistacho dispuestas en el suelo a modo cartográfico y repensar el diálogo, la distancia y el recuerdo de ese aprendizaje del oficio.

Pintor y contador, Laureano García fue el primer profesor de pintura de Gris García. Cada sábado la sesión comenzaba con una discusión: ella no quería pintar paisaje, el no quería pintar otra cosa que no lo fuera. Su recorrido por la pintura fue guiado por él, pero fue hasta más tarde que encontró en sus reflexiones visuales, fotográficas y narrativas que aquel no había sido sólo un recorrido por la pintura sino un recorrido por el paisaje de sus memorias.

El análisis pictórico del Norte de México en la obra de su abuelo da paso a la realidad combinada con la ficción, colores del invierno en el desierto, el río que ya no recorre a la orilla del cerro, casas vacías de una ciudad sobrepoblada, su estudio es una ficción de un Monterrey inexistente, el que ha quedado en el olvido o en la memoria de los residentes viejos de esa ciudad.

En su trabajo el análisis del paisaje hace hincapié en las ficciones de paisajes encontrados de forma artificial, aquellos que estan en los sobres de azúcar, en los manteles de restaurantes, en las cajas de ropa deportiva, en las narraciones de aquello ya que tampoco existe.

El concepto de la inexistencia y el de la inmaterialidad son fundamentales para su investigación artístico-curatorial, la presencia del otro es indispensable para generar y construir la obra mediante el diálogo y la memoria. Este estudio sobre el paisaje intenta entablar una conversación de paisaje a paisaje que aborda los límites de la memoria a través del diálogo en torno al paisaje y su representación.

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